Dulce es la espera,
de sueños y anhelos por tenerte,
que no se rompa,
la noche, ni los días,
que no se rompa,
el cristal de las esperanzas e ilusiones,
que se fortalezcan ¡Sí!,
y sean de maravilloso diamante,
para en eterno amarte,
amada, amada mía.
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